
EL VIEJO MATEO -organización, unidad y lucha-
Mateo Fossa nació en Buenos Aires en 1896. Desde muy joven empezó a trabajar en la madera (primero como aprendiz de modelación para ornatos y luego como obrero tallista) y ya para 1916
era secretario general de la Federación de los Trabajadores de la Madera, en el que confluían anarquistas, sindicalistas y socialistas. Un par de años antes Mateo había empezado a militar en el Partido Socialista con el que romperá en 1917 para unirse al recién nacido Partido Socialista Internacional (luego Partido Comunista). Al comenzar el viraje burocrático estalinista en el PC, Fossa encabezó el sector crítico que editó La Chispa y luego se unió a la Oposición de Izquierda Argentina, primer grupo trotskista de Latinoamérica. Pese a ser un trotskista militante (ya en 1938 se entrevistó tres veces en México con Trotski), convencido de que el partido revolucionario es una herramienta fundamental e irreemplazable, nunca puso las necesidades partidarias por encima de las de la clase trabajadora. De la misma manera, aún cuando encabezaba el sindicato de la madera, nunca fue un dirigente tan sólo de su gremio sino de la clase en su conjunto. Para ejemplificar ese carácter clasista y no sectario de su accionar militante no hay más que revisar su participación en la huelga de la construcción de octubre de 1935 que se extendió en la huelga general con acción de masas los días 7 y 8 de enero de 1936 y concluyó con una victoria que solidificó la unidad sindical. En este conflicto fue hijo de otra gran huelga, la que en 1934, en un contexto de desocupación y en pleno período de reacción, había conseguido la jornada de 40 horas semanales para los trabajadores de la construcción y en fue allí donde Mateo Fossa empezó a foguearse como dirigente en la lucha. Pero volvamos a la huelga del 35-36. Allí se dio la tarea conjunta, en un frente unitario y democrático, de todas las tendencias políticas clasistas gracias la vinculación entre los diversos gremios a través del Comité de Defensa y Solidaridad con Los Obreros de la Construcción, donde Mateo Fossa cumplió un rol fundamental y dirigente. Dirá por esos días: El conflicto de los obreros de la Construcción no es un hecho asilado y esporádico. Nos afecta a todos por igual y es vitalmente necesario para el movimiento sindical, prestar la más amplia y generosa ayuda al mismo, porque el Paro General no puede ser una simple declaración hecha por arriba, debe ser cosa sentida y preparada en las entrañas mismas de la clase trabajadora. Deberá ser la forma de escarmiento que reciba la clase Patronal y todos los que la apadrinan. Y esa es su enseñanza: coordinación clasista y acción unitaria de todas las tendencias para dar la pelea por la independencia de los trabajadores. O dicho de otra manera: organización, unidad y lucha. El viejo Mateo murió de un ataque al corazón en marzo de 1973. Era miembro activo de la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados y Pensionados y del Partido Socialista de los Trabajadores, para cuyo periódico, Avanzada Socialista, solía escribir.

TOSCO x TOSCO -profundizar la conciencia y ampliar la unidad de acción-
La unidad sindical Uno de los objetivos fundamentales del movimiento obrero, en lo que hace a su organización
interna, ha sido lograr la constitución de una sola Central Sindical, de forma de agrupar en ella la mayor cantidad posible de trabajadores, con el propósito de ejercer más eficazmente la defensa de sus derechos, promover nuevas reivindicaciones específicas y luchar por la transformación de la sociedad en la que los forjadores directos de todos los bienes que dispone, se encuentran injustamente relegados, cuando no ignominiosamente explotados. Quien haya leído un poco sobre la historia del movimiento obrero, sabe que el reconocimiento de su función institucional en la sociedad no ha sido un hecho espontáneo, ni ha sido el producto de la comprensión de los sec¬tores dominantes, de origen patronal, sino que ha sido la consecuencia de largas luchas, heroicas muchas veces, en las que la derrota transitoria en varias circunstancias, no frenó su auge y su peso, cada vez mayor, en el ámbito social, económico y político, de cada país y en el mundo. El progresivo avance de la democratización institucional, el fortalecimiento de los sindicatos, la ampliación de los conceptos humanistas, de todo lo cual fueron principales sostenedores los trabajadores, permitió en mu¬chos países, generalmente los más avanzados, que la Clase Trabajadora participe, desde su punto de vista político, en la dinámica de la organización social, ya sea en forma directa de partido político o, indirectamente, apoyando los programas políticos más progresistas, transformadores o revolucionarios. Las tareas de la clase obrera El rol de la clase obrera no es participar como socio menor y subalterno en las esferas del poder de la oli¬garquía y de la reacción, sino impulsar las transformaciones revolucionarias que cambien, en profundidad, este sistema de opresión, de explotación y miseria. El papel de la clase trabajadora es ser vanguardia, organizada y combativa, de los demás sectores populares para lograr la liberación nacional y social de los argentinos. Ese papel lo estamos jugando, fundamentalmente, desde las organizaciones de base y debemos insistir sobre ello. Porque es desde allí donde se genera, únicamente, el sindicalismo auténtico. Sólo haciéndonos eco de los reclamos que parten del propio Pueblo es como podremos encontrar soluciones populares. Toda concepción de élites, en uno u otro sentido, a favor del sistema o supuestamente contra él, termina sirviendo a su consolidación. El sistema no da, ni puede dar, soluciones de fondo. Los paliativos aplicados o programados, no alcanzan ya a ser ni siquiera paliativos, son simples ensayos que van de fracaso en fracaso. La continuidad de la lucha es el único camino. Profundizar la conciencia y ampliar la unidad de acción; superar las pequeñas diferencias y centralizar los grandes objetivos, será contribuir a fortalecer la capacidad y el poder de las bases obreras y populares. El socialismo Yo tengo raíz marxista. Pero entiendo que el socialismo en la Argentina tiene una raíz heterogénea. La heterogeneidad de nuestro socialismo está en que tiene raíz peronista, marxista, cristiana, por el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, que viene de distintos movimientos que levantan como bandera el socialismo, esa nueva sociedad sin explotados ni explotadores, nueva sociedad socialista argentina, hecha según nuestra propia trayectoria y compuesta con heterogeneidad. Y por eso levantamos la unidad para construir. Porque nuestra visión del socialismo nace incluso del programa de Huerta Grande, el manifiesto del lº de Mayo de la CGT de los Argentinos y del documento de octubre del Movimiento Nacional Intersindical. Nosotros queremos rescatar los medios de producción y de cambio que están en las manos de los consorcios capitalistas, fundamentalmente de los monopolios, socializarlos y ponerlos al servicio del pueblo. Nuestro punto de vista es que deben desaparecer las clases y que debe existir una clase, la de quienes trabajan. Y no como ahora que existe la de los explotados que trabajan y la de los explotadores que sólo viven del esfuerzo de los demás. La burocracia sindical La burocracia sindical es el ejercicio de los cargos sindicales con el criterio que se señaló aquí. Es decir, reducir todo al sindicalismo, de administrar, desde posiciones de poder, los beneficios sociales, de discutir especialmente los convenios colectivos de trabajo, de quedarse gobernando al movimiento obrero desde posiciones administrativas. Es decir, desde el mismo término burocrático surge: el poder, gobierno de empleados. Significado gramatical que trasladado al campo sindical, significa esto: no asumir esa proyección general de la lucha del movimiento obrero como factor de liberación nacional y social. Por eso nosotros distin¬guimos entre aquellos que se quedan para repartir lo que hay en los sindicatos y los que luchan desde dentro del sindicato por las reivindicaciones inmediatas y a su vez levantan la lucha permanente por esas reivindicaciones nacionales, por esas otras reivindicaciones sociales, por esas otras reivindicaciones latinoamericanas que hacen al cambio fundamental de la sociedad, A la militancia concreta fuera de la oficina, en la calle, en la lucha con los compañeros. Eso es ser representante sindical y no simplemente burócrata.

UN FANTASMA RECORRE EL SUBTE (1) -la valorización de las propias fuerzas-

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